En este artículo la hermosa historia de Maira Cabrini que comienza así..
¡Feliz lectura!
Adelantada a su tiempo: si la Madre Cabrini viviera en 2024
La Madre Cabrini es mi tía abuela. La conocí desde muy pequeña. Me lo contaron mis padres y mis abuelos. En casa teníamos libros y revistas sobre ella, y muchas fotos. Pero nunca había sentido tanto su presencia como cuando fui a visitar el Cabrini College en el 125 aniversario de su beatificación, el pasado noviembre.
Ese día me di cuenta de la profunda huella que ha dejado en el mundo.
Impulsada por una llamada que no podía ignorar, por una empatía abrumadora y por su amor a los demás, la Madre Cabrini imaginó un mundo mucho mejor que el que existía. Y lo construyó para ayudar a los demás.
Si la Madre Cabrini hubiera nacido en 1986, como yo, además de Santa, se habría convertido en una líder y una referencia en el mundo del impacto social. Habría sabido canalizar el poder de internet y las redes sociales para cambiar las narrativas negativas sobre los migrantes. Habría creado alianzas con gobiernos y empresas multinacionales para centrarse en los más necesitados. Y se habría movilizado para defender los derechos más básicos de las personas que lo han perdido todo.
Si la Madre Cabrini fuera contemporánea nuestra, habría perseverado, contra viento y marea, para conseguir un mundo más justo, igual que hacen miles de inmigrantes cada año en España y Europa.
Hoy, 125 años después, es su legado el que persevera. El impacto de su obra sigue siendo palpable y transformador. Sigue tocando la vida de miles de personas y cambiando el mundo. Pocas organizaciones sociales pueden decir hoy lo mismo.
Gracias a ella, una niña de Ucrania se siente segura e integrada en el colegio Cabrini de Madrid. Y un niño de Argelia, que aún está aprendiendo español, no tiene que preocuparse por quedarse rezagado en la escuela. Y estos son sólo dos de los niños que tuve la oportunidad de conocer durante mi visita. Hay más. Muchos más. Cientos y miles que aún hoy se benefician de la labor de la Madre Cabrini y de las Misioneras del Sagrado Corazón. Cientos y miles que se han beneficiado en el pasado y que lo harán en el futuro.
Yo, siento orgullo y mucha responsabilidad. No me cabe duda de que su legado sigue vivo también en nosotros, su familia. Aunque difícilmente podamos imitar el alcance de la Madre Cabrini, sí podemos aspirar a continuar su camino e imitar su búsqueda perpetua de formas de mejorar la vida de las personas.
Mi padre dedicó su vida profesional a ACNUR, atendiendo a refugiados en países como Guatemala, Somalia o Pakistán. Mi hermana, como médico, atiende a la gente de la forma más directa. Yo trabajo en una ONG que apoya a personas que están resolviendo algunos de los problemas sociales más importantes del siglo XXI.
Estamos en 2024 y Francesca Cabrini sigue viva en todos nosotros y en los cientos de miles de vidas que ha marcado.
Gracias Violeta -alumna y madre de alumnos- y al Colegio Cabrini por reconectarme con la Madre Cabrini, con mi familia y conmigo misma".