El legado de West Park
En 1933, Anna DeCuitiis, de ocho años, llegó a West Park, Nueva York. Su familia se había desintegrado. Su padre, incapaz de cuidar a cinco hijos, acogió a Anna y a su hermana con las Hermanas Misioneras en el gran orfanato que la Madre Cabrini fundó frente al río Hudson, en el condado de Ulster. Triste, herida y confusa, Anna se adaptó lentamente a su nueva vida. Con el tiempo, llegó a apreciarla.
Carol Collins, hija de Anna, voló recientemente a Nueva York con su hijo y su nuera para traernos un tesoro extraordinario: el programa de la ceremonia de graduación de Anna en 1941 en la escuela de West Park.
La graduación de Anna tuvo lugar a las 15.00 horas del domingo 29 de junio. Anna tenía 16 años, una edad que le permitía encontrar trabajo como adulta. Fue una de las 24 jóvenes que se graduaron ese año. Anna estaba claramente orgullosa de su logro, ya que mantuvo el programa toda su vida.
Aunque Anna llevaba consigo mucho dolor personal, West Park se convirtió en un lugar de consuelo. El espíritu de la Madre Cabrini estaba muy vivo en los cuidados que recibía Anna. Cinco años después de la llegada de Anna, la Madre Cabrini fue beatificada en 1938. La emoción fue ciertamente memorable.
La devoción de Anna por la Madre Cabrini la acompañó durante toda su vida. Entre los recuerdos cuidadosamente conservados que la familia Collins encontró tras la muerte de Anna había una tarjeta de oración inmaculada que casi con toda seguridad se imprimió el año en que la Madre Cabrini fue canonizada, en 1946.
Carol, la hija de Anna, estaba convencida de que los recuerdos de West Park que había dejado su madre debían donarse al Santuario. Nos encantó recibir la visita de la familia Collins y nos conmovió su generosidad. Los tesoros que nos trajeron pronto se añadirán a nuestra exposición permanente sobre el orfanato de West Park, al fondo de la capilla, donde todos los peregrinos podrán verlos y disfrutarlos.