En noviembre, con motivo de la fiesta de la Madre Cabrini, el Colegio Cabrini de Madrid acogió a una invitada especial : Maira Cabrini, sobrina nieta de nuestra Santa Fundadora. He aquí su historia:
"Madre Cabrini es mi tía abuela. Lo sé desde que era pequeña. Me lo contaron mis padres y mis abuelos. En casa teníamos libros y revistas sobre ella y muchas fotografías. Pero nunca había sentido su presencia como cuando fui a visitar la Escuela Cabrini en el 125 aniversario de su beatificación, el pasado noviembre. Ese día me di cuenta de la profunda huella que dejó en el mundo. Impulsada por una vocación que no podía ignorar, por una empatía y un amor desbordantes por los demás, la Madre Cabrini imaginó un mundo mucho mejor que el existente. Y lo construyó para ayudar a los demás. Si la Madre Cabrini hubiera nacido en 1986, como yo, además de santa se habría convertido en líder y referente en el mundo del impacto social. Sabría cómo canalizar el poder de Internet y las redes sociales para cambiar las narrativas negativas sobre los inmigrantes. Crearía alianzas con gobiernos y multinacionales para centrarse en los necesitados. Y actuaría para defender los derechos más básicos de quienes lo han perdido todo. Si la Madre Cabrini hubiera sido nuestra contemporánea, habría perseverado, contra viento y marea, para crear un mundo más justo, igual que hacen cada año miles de inmigrantes en España y Europa. Hoy, 125 años después, es su legado el que persiste. El impacto de su trabajo sigue siendo palpable y transformador. Sigue tocando la vida de miles de personas y cambiando el mundo. Pocas organizaciones sociales pueden decir hoy lo mismo. Gracias a ella, una niña ucraniana se siente segura e integrada en el colegio Cabrini de Madrid. Y un niño argelino, que aún está aprendiendo español, no tiene que preocuparse por quedarse atrás en la escuela. Y estos son sólo dos de los niños que tuve la oportunidad de conocer durante mi visita. Hay otros. Muchos otros, cientos y miles de personas que aún se benefician de la labor de la Madre Cabrini y de las Misioneras del Sagrado Corazón. Cientos y miles de personas que se han beneficiado en el pasado y que se beneficiarán en el futuro. Siento orgullo y mucha responsabilidad. No me cabe duda de que su legado sigue vivo también en nosotros, su familia. Aunque es difícil imitar el alcance de la Madre Cabrini, podemos aspirar a continuar su camino e imitar su continua búsqueda de formas de mejorar la vida de las personas. Mi padre dedicó su vida profesional a ACNUR, ayudando a los refugiados en países como Guatemala, Somalia o Pakistán. Mi hermana, como médico, trata con la gente de la forma más directa. Yo trabajo en una ONG que apoya a personas que están resolviendo algunos de los problemas sociales más importantes del siglo XXI. Estamos en 2024 y Francesca Cabrini sigue muy viva en todos nosotros y en los cientos de miles de vidas que ha tocado. Gracias a Violeta -antigua alumna y madre de algunos alumnos- y al Colegio Cabrini por reconectarme con la Madre Cabrini, con mi familia y conmigo misma".