En Nicaragua, a principios de cada año, en enero, las MSC realizan una
misión especial: ir a compartir el Evangelio en las zonas rurales. Allí la
vida es totalmente diferente a la de la ciudad. Una joven escribe: «La
misión en estas zonas es una experiencia enriquecedora, desafiante pero
también gratificante. Nos permite apreciar el sacrificio diario de personas
muy pobres. Este año fuimos a la
comunidad de La Danta y vimos cómo
trabajan y luchan en su tierra para
conseguir comida para sus familias”.
Experiencia misionera 2025
"Jóvenes, sueñen, muévanse, arriésguense, miren la vida con una nueva sonrisa, vayan adelante, no tengan miedo". (Papa Francisco)
Doy gracias a Dios por haber estudiado en "La Inmaculada" y por haber conocido a las hermanas, a esta hermosa Familia Cabrini, mi familia de corazón "morado". Ellas me han apoyado en mi crecimiento personal y me han enseñado más sobre la vida, y cómo el Amor de Dios es inagotable.
Al principio de cada año, en enero, llevamos a cabo una misión especial: ir a compartir el Evangelio al campo. La vida allí es totalmente diferente a la que tenemos en la ciudad. Misionar en estas zonas es una experiencia enriquecedora, supone un reto, pero también una recompensa. Nos permite apreciar el sacrificio diario de gente muy pobre, vemos como trabajan y luchan sin cesar en sus tierras para conseguir alimentos para sus familias, es en esta realidad donde compartimos la Palabra de Dios, tocando sus vidas para poder reflexionar y crecer juntos en el Evangelio. Es emocionante poder ser testigos de su sabiduría, sus corazones abiertos y ver la unión y solidaridad que caracteriza a esta comunidad de La Danta.
He participado en la Pastoral por mucho tiempo, aprendiendo de cada momento vivido, entendiendo que cada momento es diferente y que cada misión genera emociones intensas que nos hacen fundamentar nuestro compromiso y amor por el Proyecto de Jesús, nuestro hermano y amigo. Les comparto que llegar a la comunidad es conmovedor, la bienvenida que nos dan, es una bienvenida cálida, fraterna, genuina de niños, jóvenes y adultos. Nos rodean con sus abrazos y sonrisas; nos hacen sentir como en casa, en familia cuando visitamos sus hogares, y nos esperan tan ansiosos para compartir la Palabra de Dios y, como ellos dicen, de su Iglesia. Experimentar todo esto y más, es fundamental para mí, porque siento la emoción, el amor, el calor humano y el entusiasmo que nos infunde la fuerza, la esperanza, la voluntad y el coraje para continuar en este camino de seguimiento del Señor, desde el ejemplo misionero de la Virgen María y de la Madre Cabrini.
"Tratad de multiplicar las misiones. Transmítelo a tantos jóvenes, a los que Dios ha concedido ciencia y buenas cualidades. Decidles que no guarden enterrado el talento que han recibido. Animad a todos nuestros amigos para que no se cansen de ayudar..." ( M. Cabrini)
¡Saludos Cabrinianos! Lia E. Lovo - ¡Joven misionera!







