
Confiar en Jesús en la dificultad
Es fácil imaginar que, como la Madre Cabrini fundó 67 misiones en 40 lugares de tres continentes, todo fue como la seda.
La realidad era que casi todas las misiones comenzaban con desafíos. Esto no preocupaba lo más mínimo a la Madre Cabrini. Su actitud ante los obstáculos estaba arraigada en su certeza de que si hacía la voluntad de Jesús, y sólo su voluntad, no tenía nada que temer.
"Es maravilloso encontrarse en dificultades", escribió en 1896. "Es la única manera de inducir a nuestro buen Jesús a que nos lleve de la mano o le dejemos hacer todo".
Desafío de la Madre Cabrini en Chicago

La Madre Cabrini llegó a Chicago para preparar la apertura del Hospital Columbus en 1905. Cuando faltaban apenas dos semanas para la inauguración, escribió: "¡Encontré que quedaban dos meses más de trabajo por hacer!".
Carpinteros, fontaneros, electricistas y albañiles trabajaron febrilmente para poner al día el enorme edificio de piedra. Había que adaptar todas las habitaciones a las últimas normas de higiene. La tarea de organizar al personal médico fue igualmente abrumadora.
Abundaban los rumores de que no se podría hacer a tiempo. El espectro del ridículo público acechaba. A pesar de que las Hermanas y los obreros trabajaban las veinticuatro horas del día, la Madre Cabrini escribió que "el trabajo parecía aumentar en lugar de disminuir."
Confiar en Dios
La respuesta de la Madre Cabrini a este tipo de desafío era sencilla. "Si queremos un milagro del Señor en nuestras necesidades, primero debemos realizar el milagro de estar perfecta y confiadamente rendidos a su bondad".
Para la Madre Cabrini, las dificultades del Hospital Columbus eran un signo de que la nueva fundación había sido sellada con la cruz. Su entrega al Sagrado Corazón era completa y estaba en paz.
El retrato formal de la Madre Cabrini

"La firme confianza en el Corazón de Jesús nos mantuvo tranquilos y, en medio de esta tranquilidad, el trabajo se hizo rápido y bien", escribió la Madre Cabrini a los estudiantes de su colegio de enseñanza en Roma. "Fue un gran día para el nuevo Hospital Colón. Lo llamábamos 'El día del Señor', pues todo era obra suya".
Cuatro mil personas se agolparon en la capilla y las salas de recepción para escuchar al arzobispo Quigley. Varios miles más fueron rechazados por falta de espacio. Tras la homilía, el arzobispo leyó un telegrama de Roma que transmitía la bendición del Santo Padre a la empresa. La Madre Cabrini le dio las gracias por telegrama.
Una de las ventajas de la gran inauguración fue que el Comité de Médicos del hospital insistió en que se fotografiara a la Madre Cabrini. A ella no le gustaba que la fotografiaran, pero accedió a regañadientes.
"Espero que ésta sea la última que tome en toda mi vida", confió a una de las Hermanas. Aunque no fue la última, quizá sea la más famosa.
Santa Francisca Cabrini, ruega para que abramos más nuestro corazón y recibamos el milagro de entregarnos perfecta y confiadamente a la bondad de Jesús.
Gracias al Santuario St. Francesc Cabrini NYC