Parece que fue ayer cuando terminamos el curso escolar y ya nos enfrentamos a un nuevo año lleno de retos.
A principios de septiembre, nuestras hermanas, profesores y personal no docente trabajaron duro para que el colegio estuviera listo para recibir a esos pequeños que llegan con sus mochilas cargadas no sólo de libros y material escolar nuevos, sino también de EXPECTATIVAS. El tipo de expectativas que sólo se tienen de niño cuando se hace algo nuevo por primera vez. Nuestros niños se han encontrado con algunas novedades en el colegio como la fabulosa restauración de la capilla o las mejoras en la sala de profesores que nos permitirán trabajar con más coordinación. También tenemos nuevos profesores y algunos antiguos que han vuelto con nuevas ideas y energía fresca y que nos ayudarán a que nuestro proyecto educativo sea aún mejor. Esperamos que los niños sigan manteniendo sus mismas EXPECTATIVAS en medio de todos estos cambios y continuas mejoras pedagógicas que les hacemos para elevar aún más la calidad de su educación.
No debemos olvidar, sin embargo, que lo más importante para ellos es lo que va más allá de esos cambios físicos y tangibles que encuentran. Lo esencial es que cuando se abren las puertas de nuestro colegio, los niños encuentran en nosotros y en sus compañeros la semilla de nuestro carisma cabriniano, en cada buenos días, en esos primeros encuentros entre compañeros, en ese gesto de amistad,
en ese gesto de bienvenida y afecto... ya que sólo aquí se enciende su deseo de volver a la escuela que es su hogar y a esas grandes EXPECTATIVAS de aprendizaje.
Todos los que formamos parte de esta misión esperamos continuar fielmente en la tarea que la Madre Cabrini nos encomendó, su ¨educación del corazón¨ ya que sólo siguiendo sus pasos y actuando desde el corazón podremos transmitir esas EXPECTATIVAS a nuestros hijos y a nosotros mismos, sabiendo que sólo se puede dar lo que se es -y esa es y será siempre- nuestra misión.
¡Feliz comienzo de curso, familia Cabrinian!
