A Alexander siempre le había gustado navegar por Internet. Seguía sus pensamientos y de vez en cuando pinchaba en algún tema que le llamaba la atención y se perdía en la lectura, profundizando, encontrando siempre temas interesantes. Durante el encierro, la red se había convertido en su biblioteca, su sala de estudio. Gracias a la red y a la mítica Academia.edu había conseguido completar importantes estudios, accediendo a una amplísima bibliografía, y sus artículos habían sido publicados en revistas especializadas. Como museólogo seguía de cerca la evolución digital de los museos, que comenzó de forma un tanto silenciosa durante la emergencia de Covid y luego fue cada vez más decisiva, para ofrecer servicios a públicos diferentes e interceptar a nuevos grupos de usuarios. Decidió dedicar una tarde a navegar por las webs de los museos para hacerse una idea. Deliberadamente, no empezó por los museos de las grandes ciudades: su viaje por la web de museos comenzaría en Codogno.
Tecleó "museos de Codogno" y obtuvo dos resultados: "Colección de arte C. Lamberti" y "Museo Cabrini". No sabía prácticamente nada de Francesca Cabrini, salvo que era la patrona de los emigrantes y estaba representada en la pila del ábside de la catedral de Lodi. El sitio estaba maravillosamente organizado: ¡e incluso había una visita virtual! La historia del convento, comprado por la Santa en 1880 para convertirlo en la casa madre de la Congregación de las Misioneras del Sagrado Corazón, y luego la visita virtual de las salas utilizadas como museo: al principio del itinerario y del sitio se explicaba que se entraba en el museo por la misma puerta por la que entró la Santa y que se subían las mismas escaleras y se recorrían los mismos espacios en los que vivió con las primeras hermanas. ¡Y la sugerencia auditiva del pestillo abriéndose y el tintineo de las pesadas llaves! Y luego había otros caminos: al hacer clic uno podía ver con detalle algunos objetos relacionados con la Santa y escuchar descripciones y explicaciones de los objetos expuestos más significativos.
Alexander estaba fascinado por la mujer y su precoz vocación misionera. Y no fue el único.
En la visita virtual, le habían llamado la atención los seis cuadros dispuestos a lo largo de la escalinata de acceso, que representaban distintos momentos de la vida de la Santa: su nacimiento, su infancia y su temprana vocación misionera. Fue precisamente este cuadro del pintor Aldo Cogni, alias Cabri, el que le había impactado: la niña metiendo en el agua barquitos de papel llenos de violetas: sus misioneras. ¡He aquí el color violeta tan recurrente en la construcción de la obra! Un ejemplo de gran devoción al Santo en un lenguaje sencillo e incisivo.... *Arqueólogo y museólogo.

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