Ayer, 27 de mayo de 2024, tuvo lugar la liturgia de despedida o, mejor dicho, la celebración de la vida de la Madre Lina Colombini en la Iglesia del Santísimo Redentor y Santa Francesca Cabrini, en la Via Sicilia de Roma. https://www.youtube.com/watch?v=NrBqAutJB0I

Tras la celebración que tuvo lugar el 23 de mayo en Codogno, en la iglesia del Tabor, ayer también se celebró una liturgia con la Madre Lina que fue una verdadera fiesta. En efecto, la Iglesia del Santísimo Redentor estaba impregnada de luz, llena de paz, de serenidad, pero sobre todo de una gran gratitud por el don de los 95 años de vida de la Madre Lina. También concelebraron junto a Monseñor Cardenal Tomasi, gran amigo de Sor Lina, el Padre Juan David, Carmelita Descalzo, de Nicaragua, el Padre Emanuel Josa del Instituto Cavaniz de Brasil y el Padre Antón de la casa MSC de Siberia. Una celebración en la que más que tristeza, hubo recuerdo de todas aquellas experiencias vividas juntos, de un hermoso pedazo de la historia del Instituto, como se desprendía de la semblanza que hizo Mons. Tomasi durante la homilía. "El suyo fue un testimonio auténtico del espíritu de Santa Francisca Cabrini... una mujer fuerte, humana, abierta a la acogida, a la escucha", subrayó el Cardenal en su recuerdo.

La primera lectura fue leída por Sr. Maria Regina mientras que el Salmo fue leído por Sr. Terezinha que también compartió un pequeño recuerdo sobre el viaje que hizo junto con Madre Lina cuando era Superiora General y ella Asistente. Hna. Eliane, MSC Superiora General y Hna. Marta Maria, Superiora Provincial también hablaron sobre ella. La Hna. Eliane resaltó cómo días muy intensos pero también de gran armonía acompañaron a la Madre Lina en los últimos días de su vida terrena.

Al comienzo de la celebración, la Hna. Assunta leyó un fragmento de una circular escrita por la Hna. Lina, mientras que la Hna. Tatiana y la Hna. Patricia se turnaban en la lectura de las oraciones de los fieles.

Era una atmósfera celestial en la que el oído se perdía en las notas del coro y en la voz de Sor Lucía, mientras la vista quedaba deslumbrada por la belleza y la luminosidad de la Iglesia, todo ello evocador de la bella y sencilla alma de la Madre Lina.

Un ejemplo de respeto, de humildad, pero también de ánimo, un verdadero ejemplo de vida plena y de coherencia hasta el último de sus días, según las palabras de todos los que la recordaban, como también Mons. Tomasi tuvo a bien señalar:

"un religioso que hizo florecer la unidad en la diversidad, un testigo para los MSC, pero también para el mundo de hoy", subrayó monseñor Tomasi, por lo que debemos estarle agradecidos.

Igual de emocionados, con voces quebradas y llenas de gratitud, quisimos cantar juntos una canción particularmente querida por la Madre Lina:

"Porque me has amado, como Tú sabes amar, Porque he perdido mi mirada en Tu inmensidad si me preguntaras quién soy no diría mi nombre, diría: "Soy gracias por todo y para siempre, gracias a Ti, gracias a Ti. Cuando llegue a Ti a Tu puerta me perderé en Ti, me perderé en Ti. Cuando me preguntes quién soy no diré mi nombre, diré: "Soy gracias por todo y para siempre, gracias a Ti, gracias a Ti".

Una vida la de la Madre Lina por la que estuvo eternamente agradecida y por la que siempre estaremos llenos de gratitud.

Esta es nuestra pequeña historia. Damos las gracias al Instituto por haber compartido este momento tan importante para la Congregación y por haber podido rendir homenaje, en un clima de gran paz y unidad, a Elisa Colombini, que como consagrada quiso llamarse Hna. Lina de la Santísima Trinidad.

Giulia y Tatiana, Oficina de Comunicación de la Curia General

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